Rutas del Vino de Madrid: Chinchón y Aranjuez
Seguimos nuestra particular ruta por los viñedos y bodegas enmarcadas en la Ruta de Vinos de Madrid, que nos ha llevado, hasta el momento, a interesantes municipios como Navalcarnero, Brunete, San Martín de Valdeiglesias, Villa del Prado, Cadalso de los Vidrios o Aldea del Fresno. Ahora le ha llegado el turno de la subzona de Arganda, un área que recorreremos en varias entregas y que arrancamos en dos de las localidades más turísticas de la Comunidad: Chinchón y Aranjuez.
Bodegas del Nero (Chinchón)
En pleno casco urbano de este popular municipio se encuentra nuestra primera parada. Una bodega de 1870 capitaneada por dos jóvenes inquietos que han decidido dar un giro de 180 grados al negocio familiar. Y lo han hecho recuperando la fermentación en tinajas de barro, apostando por el valor de lo artesanal y la historia. “Mi abuelo insistía en que el mejor vino que había producido esta bodega había salido de las tinajas”, nos cuenta Roberto, uno de los propietarios, orgulloso de esta aventura.
Él se encarga de la parte comercial y su hermano, de solo 26 años, es el enólogo. Y parece que todo rueda estupendamente. “Comenzamos embotellando 50.000 y ahora estamos en 80.000”, nos comenta. Un impulso en el que la oferta enoturística ha tenido mucho que ver: “Hace un año habilitamos la bodega para las visitas y estamos muy contentos. Desde entonces hemos tenido un aumento notable de ventas”. Organizan visitas en las que se puede recorrer la sala de fermentación, entrar (literalmente) en una tinaja -que se estalló durante la primer añada-, descubrir utensilios de trabajo antiguos y hasta oler la que, a falta de las últimas comprobaciones, posiblemente sea el vinagre más antiguo de Madrid. “Encontramos una tinaja con una madre de vinagre, bacterias muy antiguas que estaban latentes y que hemos conseguido reactivar y sembrar en otras tinajas”.
Sus vinos nacen de pequeñas parcelas, algunas casi centenarias, repartidas por Chinchón, lo que les permite una diversidad de suelos interesante. ¿Uvas? Tempranillo, petit verdot, malvar, airén y graciano. Su cartera de vinos se compone de Valdeliceda, tinto de las viñas más antiguas, y la familia Neri (joven, crianza, cepas viejas y un blanco).
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Bodegas Señorío de Val Azul (Chinchón)
En plenas llanuras de la cuenca del Tajo, rodeada de sus 9 hectáreas de viñedo, se encuentra esta singular bodega que sigue perteneciendo al término municipal de Chinchón. Allí nos recibe Eva, quien llena dos copas de vino y nos conduce a pie de viña. “Plantamos en el 2000 y en 2005 nació el proyecto”, nos cuenta, “con variedades syrah, merlot, cabernet Sauvignon y cabernet Franc”. Con una filosofía muy ecológica, hacen selección manual tanto en el campo como en mesa y su gran particularidad es que han recuperado el pisado de uva. “Empezamos pisando un 10 % y ya vamos por la mitad. Hemos comprobado que conseguimos una fermentación con menos oxígeno, especial y con una frescura estupenda”, explica Eva, quien confiesa que hacer vino le divierte muchísimo, “experimentar, pisar la uva, ver qué pasa si corto de allí o de allá”.
También le encanta recibir visitas, que intenta personalizar y dinamizar para que la gente toque, huela y pruebe. Han organizado gymkanas, equipos que elaboran su propio vino… “si estamos cerca de vendimia catamos la uva y si estamos ya recogiendo, la pisamos, por ejemplo”. Van a comenzar a mover la finca para eventos privados y tiene muchas originales ideas como organizar romerías y hasta recrear una vendimia india.
Entramos en la sala de crianza y nos divertimos probando vinos de diferentes barricas, para acabar diseñando nuestro propio coupage, que es, precisamente, lo que ella traslada a sus vinos: Fabio y Val Azul. El primero sería un vino de selección, del que se sacan unas 8.000-10.000 botellas; el segundo se elabora con otras fermentaciones y tiene una crianza muy parecida. “Son vinos similares”, nos cuenta. No en vano, responden a la misma filosofía, la de ofrecer referencias personales en las que se juega con cuatro variedades: “Son vinos que no responden a un único coupage que se repite cada año. Val azul tendrá de las tres variedades, pero Fabio podría ser hasta monovarietal. Cada año cato, combino y saco lo mejor, lo más interesante. Tampoco hacemos una crianza rígida, sacamos el vino cuando consideramos que ha llegado el momento”.
Bodega Real Cortijo de Carlos III (Aranjuez)
Nuestra segunda jornada nos lleva hasta Aranjuez, donde nos encontramos con Iciar, que nos abre las puertas de una maravilla ‘escondida’ en una pedanía de esta localidad. “Es un monumento histórico-artístico que ha pertenecido a la corona española. Se construyó en 1782 por orden de Carlos III, que quedó maravillado con esta zona y quiso establecer un modelo de explotación agrícola. Trajo cepas de otras partes de España y Nápoles y al ver los buenos resultados decidió montar la bodega”, nos explica. Una portada de estilo neoclásico nos da paso a una gran galería con 187 hornacinas que, con luz tenue, nos permite dar un paseo por la historia. “Cada hornacina albergaba una tinaja, donde se fermentaba el vino que se suministraba a la corte”. Más adelante, nos topamos con el ramal del lagar, donde en su día se elaboraba el vino, y que es hoy un espacio dedicado a los eventos privados.
Recorrer el interior de esta bodega es pasear por la historia, con personajes como Godoy, Carlos IV o Isabel II, reinado hasta el cual llegó la propiedad de la corona. Ya en el siglo XX pasó a manos privadas y su uso como bodega de crianza pasó por otros fines, como el de vaquería, bunker, sala de cine o producción de champiñón. Fue declarado conjunto histórico en 1983 y la familia que actualmente está detrás se encargó de rehabilitar el interior y recuperar el modelo de crianza de vinos, con una referencia de Madrid que solo se puede adquirir en bodega: Homet, un multivarietal con al menos 14 meses de barrica en roble navarro, americano y francés, más unos 3 o 4 años en botella. Una temperatura constante, un porcentaje de humedad alto y la ausencia de vibraciones hacen de este espacio un lugar ideal para la guarda.
Vino e historia se unen en una iniciativa que tiene mucho de turística y su espacio se presta a organizar eventos únicos, tanto privados, como de empresa, así como actividades en torno al vino y visitas guiadas los fines de semana.
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Bodegas El Regajal (Aranjuez)
A las afueras de la localidad se encuentra esta espectacular finca, una reserva medioambiental que es también bodega. “Empezó como un hobby, en 1998 plantó mi padre el primer viñedo y al poco tiempo estábamos produciendo”, nos comenta Daniel mientras paseamos por las viñas. El Regajal es una de las ‘grandes’ bodegas de Madrid, aunque nos confiesa que el proyecto fue despacio: “De 5.000 botellas a 10.000, de 10.000 a 15.000 a 25.000… ahora estamos en unas 100.000”.
Números que responden a las dos referencias que producen: El Regajal y Las Retamas. Tintos 100% ecológicos, tanto en viñedo como en bodega, con vendimia manual, apenas riego y fermentación natural. Las crianzas van entre los 10 y los 16 meses, aunque no son rígidos al respecto. “Actualmente tengo una partida que seguramente llegue a los 18 meses”, nos comenta.
Hablando de enoturismo nos explica que organizan pequeños grupos de particulares cada mes o mes y medio, además de las visitas que trabajan con touroperadores: “Entramos en el viñedo, probamos la uva, explicamos cómo es un ciclo completo de cultivo, vamos a la bodega para conocer la vinificación, crianza y envejecimiento y, por supuesto, catamos”. Sin embargo, su fuerte son los eventos de empresa, que diseña siempre relacionados con el vino. “Desayunan, bajan a trabajar a una sala donde tenemos proyector, hacemos una cata y un juego, comen… y hasta se pueden quedar a dormir”. Las posibilidades son infinitas en este tipo de iniciativas, las instalaciones se prestan y el entorno natural hace el resto.
Más información sobre Madrid y sus vinos en: Madrid Enoturismo
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